Desde el
lunes estamos viendo cómo ha quedado que Cristo de la Misericordia tras la
restauración de Miñarro. La Imagen parece otra. O mejor dicho, parece lo que
fue cuando la crearon su escultor, Ortega Brú, y su pintor, Guillermo Bonilla.
El mérito de Miñarro ha sido el de devolver a la talla cada uno de los detalles
que quisieron plasmar tanto el imaginero como el policromador.
Pero, sin
pretenderlo, también ha puesto en evidencia un error de la cofradía. Hace años,
cuando en la hermandad se planteó esta intervención, un par de licenciados en
bellas artes se levantaron para indicar que no había porque intervenir.
El
cabildo les dio la razón y se paralizó el proceso de restauración que se retomó
tiempo después. Al margen de que los hermanos licenciados estarán ahora con
cara de palo, ya ven cuales son los peligros de dejar que sean los cabildos
generales los que decidan cierto tipo de asuntos. Los hechos y Juan Manuel
Miñarro han puesto las cosas en su sitio. El Cristo del Baratillo es
desde esta semana un Cristo resucitado.
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