miércoles, agosto 29, 2012

La Madruga Del 8 De Abril De 1932 San Julian

Recordando anoche cuando cojia el sueño,recordaba la historia de cuando la Parroquia de San Julian fue quemada como otras tantas....

La hermandad de la Hiniesta de la sevillana parroquia de San Julian,donde cada Domingo de Ramos salen los nazarenos de la cofradía popularmente conocida como la azul y plata con su señor de la Buena Muerte y Maria Santísima De La Hiniesta.
Parroquia de San Julian después del incendio.

Nada mas y nada menos os quería poner una historia que por algunos conocidas por otros creo que desconocida;

 En la madrugada del 8 abril de 1932 podríamos decir si pudiera aclarar si estaban en plena cuaresma...
La verdad que estos echos como otros tantos en la II República Española que a día de hoy hay que olvidar por que aveces y como en este caso fueron dos individuos Rafael Garcia Aguilar ,Antonio Lagares Binot desconocidos que nada se sabe desde la fecha que le prendieron fuego a la parroquia del barrio de San Julian dejando echa cenizas las sagradas imágenes del Cristo De La Buena Muerte y Maria Santísima De La Hiniesta.
Antonio Lagares Binot.
Rafael Garcia Aguilar.

Ambas imágenes fueron destruidas en 1932, en un incendio intencionado de la parroquia de San Julián . La Hermandad reconstruyó las imágenes y se instaló en la iglesia de San Marcos. Durante los años 1935 y 1936 hicieron penitencia desde la iglesia de Santa Marina, el 18 de Julio de este último es incendiada la iglesia de San Marcos, donde se encontraban las imágenes. Vuelven a su templo original en la iglesia de San Julián en 1946, una vez restaurada la iglesia.

Os dejo aquí mas información copiada de otras web o periódicos que os ayudaran mas de la brevedad que os eh dado;


Imagen de la Dolorosa carcinada.


Poco después de las doce de la madrugada un grupo de turistas acompañados por vecinos de Sevilla estuvieron visitando la plaza de San Julián y su entorno, concretamente la cruz de forja del antiguo cementerio de la parroquia, que se encontraba en la pared de las dependencias de la Sala Capitular de la Hermandad y de la casa del sacristán de la parroquia, que son anexas al templo. Comentaron estos turistas la poca seguridad y abandono en que se encontraba esta artística cruz, además de advertir la escasa iluminación de los alrededores del templo con farolas apagadas. Cerca de la una de la madrugada abandonaron la zona sin apreciar nada extraño. Este testimonio se reafirma con el que dio un vecino del barrio que vivía en una casa frente a la iglesia y que llegó a su casa acompañado de su esposa poco después de las doce de la noche, sin haber visto nada anormal, salvo las luces de las farolas del templo que estaban apagadas, cosa que le extrañó porque nunca estaban así. Se dispuso a cenar en una habitación cuya ventana da a las puertas del templo y poco después de la una se vio sorprendido por el incendio.


Las autoridades con la Hiniesta Gloriosa gótica.
La primera persona que advierte el fuego es el joven Teodoro García Moreno, que venía andando por la calle Duque Cornejo y al salir a la plaza de San Julián ve las llamas, ante lo cual comienza a dar voces de auxilio, golpea en la puerta de la casa número 10 de la Plaza de Moravia, desde donde se avisa telefónicamente al servicio de bomberos y finalmente acude al puesto de la Guardia Civil en la Macarena, al frente del cual estaba el sargento José Rebollo. Antes de las dos de la madrugada se encontraba todo el dispositivo de seguridad desplegado, así la Guardia Civil se encarga de contener a los vecinos y curiosos y los bomberos que llegaron con una gran celeridad, tirando abajo la puerta principal y la de la plaza de Moravia para intentar aplacar la fuerza de las llamas. A la llegada del cuerpo de bomberos al lugar del siniestro se encontró con que las bocas de riego más cercanas a la iglesia, se encontraban obstruidas con piedras, por lo que en un principio tuvieron que utilizar unas que estaban más alejada.
Maria Santisima de la Hiniesta obra del
Imaginero Castillo Lastrucci.
Tan quería imagen que sus restos reposan
bajo ella.



El sacristán se despertó violentamente tras oír la llamada de la campanilla, pensando en un principio que era alguien que necesitaba recibir los sacramentos, aunque pronto se da cuenta de la catástrofe que se produce en el templo, disponiéndose primeramente a salvar a su esposa y tres hijos, que dormían profundamente y llevándolos apresuradamente al Asilo de San Cayetano. Regresó a la iglesia intentando entrar pero ya en estos primeros momentos del fuego era imposible por su voracidad y gran cantidad de humo, por lo que va a la sacristía y se dedica a salvar los vasos sagrados y ornamentos de culto, llevándolos a San Cayetano. Las voces de los vecinos despiertan y advierten sobre el suceso al señor cura párroco, don Ismael Delgado Rasco, que vivía en la calle Juzgado,  A la llegada al templo, el párroco se dispuso a salvar el archivo parroquial y el manto de la Virgen de la Hiniesta, que se guardaban en la Sala de la Sacramental, encima de la sacristía.

Según todos los primeros indicios el fuego comenzó por la puerta de la iglesia que daba a la plaza de Moravia, debido al mal estado en que se encontraba, aunque muy pronto se pudieron apreciar que ardían todos los altares y poco después de las dos de la madrugada el techo empezaba a desplomarse.

 Pasadas las cinco y media de la madrugada y debido a que se empezó a controlar una parte del incendio, el padre Sebastián de Ubrique, guardián del convento de Capuchinos, que había acudido a San Julián levantado por el revuelo que había en todo el barrio, consiguió con la ayuda de unos bomberos salvar las sagradas formas que se encontraban en el sagrario de la capilla sacramental, así como la imagen de la Inmaculada Concepción que presidía dicha capilla. A las siete de la mañana el fuego quedó muy reducido debido a que la techumbre había caído casi en su totalidad y tan sólo quedaban pequeños focos que se fueron apagando en las horas sucesivas, aunque hay constancia que hacia las diez y media de la mañana todavía existían zonas con fuego

Como hemos referido anteriormente la Hermandad perdió la mayor parte de su patrimonio, así fueron pasto de las llamas las imágenes titulares, la Virgen de la Hiniesta dolorosa, la imagen gloriosa y el Santísimo Cristo de la Buena Muerte que remataba el magnífico altar mayor de San Julián. Estas dos últimas imágenes eran propiedad del marqués de la Granja. Se llevaron al patio del cercano convento de San Cayetano los restos carbonizados de las imágenes y allí fueron examinadas por los miembros de la Junta de Gobierno. Por lo que respecta a los pasos, se perdieron las dos parihuelas, el techo de palio y el canasto del paso de Cristo, así como algunas insignias, y enseres de culto interno como alfombras, candeleros, jarras y dalmáticas. De la iglesia no se salvó ningún altar, todos quedaron destruidos y tan sólo se pudo rescatar el archivo parroquial, algunos ornamentos de culto y algunas lámparas de plata del altar mayor que no estaban colocadas. También se salvó de la destrucción la pila bautismal y las vidrieras de los tres ventanales circulares de la fachada principal. Los enseres que la Hermandad guardaba en la Sala de la Sacramental pudieron recuperarse y restaurarse, así las bambalinas, el manto, algunas insignias, como el senatus, las bocinas, etc, los respiraderos del palio y sus faldones y los respiraderos del paso de Cristo quedaron a salvo. La única imagen que se pudo recuperar de la iglesia, como se citó anteriormente, fue la Inmaculada Concepción que presidía la capilla sacramental. La Hermandad por otra parte tenía un seguro de accidentes, aunque el mismo cubría un porcentaje muy pequeño del patrimonio, estando exentas las imágenes titulares.

Desde un primer momento todo el vecindario quedó conmocionado por la noticia, se pudieron ver las caras de espanto, llantos y gritos de lamentación de numerosos vecinos por lo ocurrido, así como voces de condena para los autores de ese crimen contra la cultura. Era una opinión generalizada por los habitantes del barrio de San Julián, que el incendio fue provocado, así comentaban el hecho de que estuvieran apagadas las farolas, que las bocas de riego estuvieran obstruidas y se hacían eco de rumores y comentarios oídos la tarde anterior y la misma noche del incendio. La tarde del jueves 7 de abril se celebró una ceremonia de toma de dichos en las dependencias de la parroquia y a la salida de los novios y de sus familiares y amigos, un joven que estaba en la calle dijo que sería "la última toma de dichos que habría en San Julián"
El periodico de la Epoca en el que se puede apreciar la noticia de -El incendio que destruido totalmente el templo de San Julian.Y con ella las fotografías de la Anterior Hiniesta.

Por lo que respecta a la autoridad eclesiástica, representada en el párroco de San Julián, don Ismael Delgado Rasco, desde que fue entrevistado por los periodistas en su casa no dudó en manifestar su creencia de que el incendio fue provocado. Él personalmente se encargaba todos los días de quitar el conmutador eléctrico y declaró ante el juez que incluso las lámparas de aceite las había apagado días antes, ya que la calidad del producto era mala y en previsión de que pudiera producirse un incendio las apagó. El señor cura párroco estuvo en un primer momento rescatando el archivo parroquial y otros enseres, pero debido a la impresión de lo sucedido tuvo que marcharse para su casa y guardar cama. Una de las primeras visitas que recibió el párroco en su casa fue la de su coadjutor y responsable de la filial de Santa Marina, don Eduardo Parada Agüera, para darle informe de los últimos trabajos efectuados por los bomberos y para pedirle permiso para comunicar la noticia al cardenal arzobispo de Sevilla, Eustaquio Ilundáin, que recibió la noticia afectadísimo, personándose en la tarde del mismo 8 de abril en el templo y viendo los destrozos en el templo.

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